domingo, 21 de marzo de 2010

¿Catrín o Malandrín?

¿Catrín o Malandrín?


Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados
Mateo 7:2




Leonardo Arriaga

La imagen personal siempre será nuestra más fuerte carta de presentación. La manera en que actuamos y como nos comportamos ante distintas situaciones convencionales o poco convencionales será un eterno referente al tipo de persona que en verdad somos.
Es algo que no se puede actuar, pero si adquirir y mejorar.
Pero, ¿Por qué es tan importante la imagen física que proyectamos? Es bien sabido que en un 90% de los casos (si no es que más) la primera impresión será la que perdure, es por esto que el presentar un aspecto físico agradable y visualmente atractivo será elemental para dar una buena impresión. Esto evidentemente depende de que es lo que queramos proyectar.

Durante un par de semanas tuvimos en clase a algunos expertos en la materia, personas que tienen muy claro el poder que puede tener una vestimenta en una entrevista de trabajo, o la imagen que puede proyectar un candidato si hace tal o cual gesto, entre otras (muchas) cosas más.

La aplicación de reglas específicas de convivencia parecería algo por demás obvio y es por esto que mucha gente no le da la importancia que deberían tener. Una de las cosas que más me llamó la atención es que son precisamente estas reglas tan “obvias” las cuales la mayoría de la gente ignora. Con esto, no se pretende ser un manual de Carreño humano, ni mucho menos tener un guardarropa completísimo para cada ocasión; se trata más bien de tener un sentido de identidad propia, adquirido a través de una excelente relación con algunos conceptos y preceptos básicos de comportamiento.

Para muchos de nosotros no tiene una repercusión trascendental seguir o no las normas de conducta ideales establecidas, muchos de nosotros no las seguimos a la perfección y esto no implica un cambio en nuestra vida tanto personal como con el exterior.
Pero hay individuos, los cuales se pueden ver enteramente afectados por el indebido comportamiento y desacato de algunas o todas las normas básicas y no tan básicas; hablamos por supuesto de las figuras públicas, entre las cuales se encuentran políticos, actores, músicos, y un sin fin de personas adentradas en el llamado “ojo público”, una eterna vitrina de desperfectos y utópicas sonrisas, listas para esbozar contestaciones interesantes e inteligentes, no se espera menos.
Un mal manejo de imagen, en este caso, podría llevar al incumplimiento de metas y objetivos personales e institucionales y no sólo eso, al estar expuesto en cada momento, un personaje público tiene la capacidad de alterar la manera en que la el público los percibe, es decir crear una percepción negativa o positiva, la cual y para fortuna o desgracia de muchos, perdurará por años, si no es que siempre.

Por otro lado, en el ambiente laboral, será imprescindible tener una conciencia enteramente abierta a todos los conceptos elementales a seguir en un espacio de trabajo.
Desde estar bien aseado, pelo, uñas, rostro, hasta proyectar una imagen afín a la limpieza y pulcritud (que al menos) deberíamos tener en casa, esto es tener limpios los zapatos, un correcto nudo de corbata, y el uso apropiado de colores en todo lo que usemos. También, será fundamental tener un comportamiento a la altura, esto va desde el buen uso del lenguaje hasta contener la necesaria (para muchos) inserción del dedo en la nariz.

Figuras públicas o seres mortales tenemos que estar concientes del alcance que nuestras acciones y el aspecto que tenemos puede tener. Al estar rodeado la mayoría del tiempo por conocidos y desconocidos, es de suma importancia proyectar algo positivo sin importar la situación.

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